miércoles, 20 de mayo de 2009

6

No te escribo, porque mi pluma esta callada
y no queda tinta en mis venas secas.
Porque tu ausencia abrasadora dejó al poema sin poeta.

Niña añeja,
ya no fundiré más lágrimas en tu papel de seda vieja.
Dejo al alma sin diario, sin sus versos de mi puño y letra.

Que se pierdan tus atisbos con mis mensajes en botellas,
y que yazcan en tu mar,
que en esta orilla dejan huella.

A ti,
fugitiva de pasión florecida en son de guerra.
Que mis caricias queden rotas por tu corazón pulido en piedra,
y que a los pies de tu silencio algún día las sientas muertas,
solitarias y desnudas, de mirada siempre tierna.

Reina de vino tinto, de noche en vela.
No sepultes los latidos
que este niño con cariño
enterró en tus frías tierras.

Guarda tus puñales asesinos y piérdete en tu densa niebla,
que ya conozco este camino de punzadas venideras.

Y desterrado de tus labios al olvido,
voy vacío por mi antigua senda
abrazado a lo perdido…
niña triste y sin poeta.